Aunque relativamente joven, Beca 18 parecería ser un serio candidato a convertirse en Política de Estado. Es decir con muy alta probabilidad a perdurar más allá del gobierno que la puso en marcha. Por lo pronto muchos políticos de oposición han coincidido en señalar que su creación ha sido un gran acierto. Pero claro, estas declaraciones podrían ser tan solo una forma amable de no contradecir —en pleno proceso electoral, un programa que tiene “buena prensa”. En los Planes de Gobierno hay quienes sin cortapisas proponen su ampliación pero también su perfeccionamiento. Pero también quienes lo ignoran.
Sin embargo Beca 18 difícilmente podría tener un opositor ya que hay consenso en torno a su naturaleza inclusiva, justiciera y meritocrática ya que está dirigido solo a aquellos jóvenes que no obstante tener un buen rendimiento escolar carecen de recursos económicos para solventar sus gastos de educación superior. De hecho está restringido a los jóvenes de bajos recursos económicos de acuerdo al Sistema de Focalización de Hogares.
Anthony Giddens, en su conocido libro la Tercera Vía alude a programas del tipo Beca 18. Giddens parte por enfatizar que los Estados deberían mantener como preocupación esencial “la justicia social”. Sin embargo la demanda de justicia social hecha por Giddens no apela al altruismo, al idealismo puro o a la solidaridad impuesta, como se podría creer. Antes bien en tono bastante pragmático expresa que “una sociedad altamente desigual se ve perjudicada por no hacer el mejor uso de los talentos y facultades de sus ciudadanos”.
Y esto es lo que ha venido sucediendo en el caso peruano hasta antes de BECA 18, lo que era mucho más recusable si tenemos en cuenta que el Perú se encuentra en pleno rejuvenecimiento de su población o lo que se viene conociendo como Bono Demográfico. Desde esta perspectiva no hay duda que BECA 18 extiende significativamente la base de selección a un universo que ya no se encuentra restringido por la geografía o la pobreza. Basta tener talento.
El autor de “La Tercera Vía” enfatiza además que esta “justicia social” debería estar enmarcada “en una nueva relación entre individuo y comunidad” donde se redefinan derechos y obligaciones. Y donde
no se emita “ningún derecho sin responsabilidad”. En buen romance para Guiddens en su remozada propuesta de Estado del Bienestar “no hay lonche gratis”. Y eso significa un claro replanteamiento a la forma como se lo venía entendiendo desde que se instituyó a partir del New Deal.
En el caso de Beca 18 desde su creación los beneficiarios deben suscribir un “Compromiso de Servicio al Perú”. Lo que sin duda se acomoda a esta nueva visión del Estado del Bienestar enarbolada por Anthony Giddens. Sin embargo ha habido cambios. Inicialmente ese compromiso era de tres años. Hoy ha sido rebajado a un año. Pero además no se han generado vías para hacerlo operativo.
La dificultad tal vez radique en el hecho que el MED tiene escaso conocimiento de la demanda laboral productiva; y siendo así los diseñadores de políticas públicas deberían estar ya “poniendo las barbas en remojo” ante el egreso de las primeras promociones y decidir En transformarlo en un programa de gestión sectorial compartida. entre educación y trabajo que asegure que al concluir su formación los jóvenes egresados de las universidades e institutos vuelvan a sus localidades por no menos de tres años a trabajar en su especialidad donde al sector trabajo le toca hacer las coordinaciones con los sectores públicos y privados de la región para asegurarles un ingreso acorde a su especialidad ; para ello es necesario la coordinación entre BECA 18 y el sector trabajo para definir en base a la demanda laboral la oferta educativa técnica y profesional que deben brindar las instituciones educativas que se contrate; con ello se consolaría una política de Estado.