José Linares

La recuperación económica global postpandemia disminuyó significativamente en el tercer trimestre de este año porque el crecimiento de sus dos locomotoras principales, China y EEUU, no alcanzó sus objetivos.

La expansión de la economía china, en septiembre de este año, fue de únicamente 4.9%, frente al 18.3% del primer semestre. Esto se debió, en parte, a lo que el gobierno chino denomina “desafíos económicos inesperados”, entre los que destacan la pandemia (variante Delta), problemas de escasez, encarecimiento de la energía y una desaceleración de la construcción (crisis inmobiliaria).

Del lado estadounidense, las cifras sobre producción industrial aumentaron sólo 4.3% por los efectos del huracán ‘Ida’; y la escasez de semiconductores para la fabricación de vehículos. Mientras el precio de los fletes se incrementó significativamente por el encarecimiento de la energía: el gas subió 400% y el precio del barril de petróleo subió en 65%, y amenaza en llegar a 100 dólares el barril. A esto se suma que el seguro del desempleo estadounidense generó ingresos significativamente mayores a los que obtenía una persona trabajando antes de la pandemia, por lo que hoy existe una resistencia de su población a trabajar.

Luego de la pandemia, la demanda de bienes y servicios a nivel global se aceleró mientras que los fabricantes y transportistas aún no logran darse abasto. Esto sumado a que la alta demanda de los consumidores a través del comercio electrónico tomó desprevenidos a muchos de los principales puertos del mundo, que no estaban preparados para la reactivación económica global.

La pérdida de puestos de trabajo, por la paralización económica, se ha traducido en un mayor desempleo y desigualdad en la población, con muchos hogares que no tienen ingresos, a lo que se suma una brecha digital cada vez mayor.

El Banco Mundial (BM) señala que la recuperación económica de América Latina y El Caribe será más acelerada (6.3%) de lo que se preveía a principios de año, pero más débil de lo que se consideraba con un entorno macroeconómico muy favorable (crecimiento vigoroso de EEUU y China, bajas tasas de interés mundiales, y el superciclo de precios de las materias primas). Según el BM, este 2021 el PBI de Perú crecería en 11.9%, mientras el de Brasil lo haría en 5.3%, México en 5.7%, Chile en 10.6%, y Colombia en 7.7%.

La política fiscal peruana necesita acelerar la inversión pública e incentivar y atraer la inversión privada. Siendo prioritario para la sostenibilidad de la política fiscal fortalecer los ingresos tributarios y reducir la elevada evasión. Adicionalmente, el Perú requiere volver a una adecuada sostenibilidad de la deuda pública para mantener una buena calificación crediticia, que demanda, particularmente, tener una deuda pública proporcional a su ingreso por exportaciones.

La inflación debe retornar, el próximo año, a tener una meta dentro de la franja de 1% a 3%, siempre y cuando se reduzca la presión inflacionaria externa (petróleo, GLP, maíz amarillo duro, fletes, y otros) y que se reduzca la volatilidad del dólar.

En la recurrencia del virus, se han logrado avances al vacunar al 55% de la población objetivo (del 15% que dejó Sagasti) y sostener una agresiva política de vacunación y de prevención de una tercera ola. Sin embargo, esta vacunación debe elevarse a un 80% en las zonas turísticas (Cusco, Arequipa, Ica, Loreto) para abrir el turismo y continuar reactivando el país, para lo cual también es necesario mejorar significativamente la seguridad ciudadana.

El Gobierno recientemente ha presentado un proyecto de ley para una reforma integral en torno a materia tributaria, fiscal y financiera, necesaria para la reactivación de la economía en crisis, profundizada por los gobiernos de Kuczynski, Vizcarra y Sagasti. Piden 120 días, tienen como objetivo el cierre de brechas sociales a través de servicios que brinda el Estado: modificar el impuesto a la renta, ampliar la base tributaria, modificar las tasas impositivas, simplificar el impuesto al consumo, entre otras. Corresponde al Congreso generar los candados suficientes para el cumplimiento de los objetivos, y que el Ejecutivo logre sustentar con solvencia la viabilidad de estas reformas.

Por ECO. José Linares Gallo

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