José Linares

Por casi 500 años, la población quechuahablante de nuestro país ha visto limitada su educación y productividad por disponer de un quechua sin tecnología, referido a las eras industrial, analógica y digital.

En la Colonia y gran parte de República, se buscó castellanizar a los quechuahablantes, evitando que su lengua pueda adaptarse al proceso de desarrollo tecnológico de la humanidad. Generando en los andes la concentración de la pobreza extrema, donde la mujer andina representa un tercio del total de NINIS (que no trabajan ni estudian).

El estado peruano, en 1975, creó el Instituto Nacional de Cultura (INC) que promovió la educación bilingüe en las comunidades quechuahablantes.

En 1980, se promulgó la Ley General de Educación que estableció la obligatoriedad de la educación intercultural bilingüe en las zonas donde existían lenguas originarias. En 1991, se creó el Ministerio de Educación que incluyó la educación intercultural bilingüe como una de las políticas prioritarias del Estado.

Se viene desarrollando materiales en las 41 lenguas originarias del Perú, de las cuales el quechua es la prioritaria, con 5 millones de quechuahablantes.

Sin embargo, el esfuerzo del estado peruano se ha visto limitado debido a que no se detectó que el quechua, el aimara, ni ninguna otra lengua originaria, cuentan con palabras de tecnología, economía, emprendimiento ni estado, con lo cual, en la práctica, se viene generando analfabetos digitales en lenguas originarias.

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