José Linares

La catástrofe económica que dejó la covid-19, aunada a las 200 mil muertes de peruanos, y la recesión mundial que en el país tiene efectos inflacionarios por la importación de cereales y petróleo, ha generado un incremento sustantivo de la pobreza y la pobreza extrema en el país, concentrada en el área rural, particularmente en el Ande.
De ahí que mejorar la productividad andina a partir de actualizar lingüísticamente el idioma quechua, que hasta ahora no dispone de palabras de tecnología, economía, emprendimiento ni Estado (lo que repercute sobre la casi nula productividad que tienen las actividades productivas en este idioma) es una labor urgente, con repercusiones nacionales significativas.

Actualizar el quechua brindará una solución que permitirá aumentar la Población Económicamente Activa (PEA, 17 millones entre 14 y 64 años, con disposición para trabajar) y, con ello, disminuir significativamente la pobreza y pobreza extrema, concentrada en el Ande. En momentos de crisis global, se deben plantear soluciones que utilicen y potencien la producción de recursos propios y, a la vez, generen crecimiento económico a nivel nacional.

Debido a esto, el proceso de alfabetización digital en quechua, pendiente históricamente, busca difundir el uso y aprendizaje del idioma nativo vinculándolo al avance de la tecnología digital y desarrollo de la competitividad de los quechuahablantes, vía la incorporación a su idioma de vocablos tecnológicos, económicos, de emprendimiento y Estado, que no existían previamente y que se han desarrollado a través de actividades educativas con niños y jóvenes en distintos lugares andinos y donde, durante los últimos 26 años, se incorporaron vocablos de las Eras Industrial, Analógica y Digital en quechua, que han quedado consignados en seis libros.

Los vocablos creados, luego de un trabajo colaborativo de dos años con el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), permitieron contar con el primer software de programación educativo gratuito Scratch – Kichwa (2021), que es su versión lingüística número 73, lo que conecta a nuestros niños, jóvenes y docentes quechuahablantes a una comunidad online de 60 millones de usuarios, quienes, respaldados por Harvard y voluntarios del mundo, podrían interactuar diariamente, si logramos mejorar significativamente la conectividad (internet) en el Ande.

Este proceso de alfabetización digital busca insertar nuestra lengua nativa en el ciberespacio a través de los nuevos vocablos.

Sus beneficios son el mejorar la capacidad productiva y la empleabilidad de los 4.5 millones de quechuahablantes, de los cuales más de 3 millones se encuentran en edad de trabajar (más de 14 años), lo que impactará en un significativo incremento del PBI, debido a su incorporación con conceptos de tecnología y productividad a la PEA. Esta población está ubicada, particularmente en Ayacucho, Huancavelica, Apurímac, Cusco, Puno y Áncash, donde, en promedio un 60%, continúan hablando exclusivamente su lengua nativa.

La minería responsable en estas zonas es una alternativa significativa para las comunidades andinas y para el país en general, de ahí que estabilizarlas lingüísticamente a partir del uso de su lengua nativa en actividades productivas, servirá al país, la región y a las empresas mineras al disminuir la conflictividad en las zonas. Hace poco hemos dado cuenta de una experiencia exitosa de responsabilidad social en donde la minera Bear Creek, en Puno, a 5 mil metros de altura, respetando la lengua quechua y combinándola con el inglés, ha logrado mejorar la productividad y competitividad de la lana de alpaca en el distrito de Corani, aumentando los ingresos de los comuneros de 200 soles mensuales a 2,500.

El proceso de alfabetización digital también impactará en la seguridad alimentaria de toda la población, con la producción de alimentos andinos de calidad que reemplacen a los cereales importados, lo que mejorará la alimentación nacional e incrementará el PBI y las reservas monetarias al disminuir las importaciones.
Además, mejoraría la calidad educativa de 1 millón 200 mil estudiantes quechuahablantes de educación básica, y la coordinación de políticas públicas multisectoriales y subnacionales, así como la gobernanza en el ámbito rural andino.

Al utilizar, en escuelas quechuahablantes, los nuevos vocablos y softwares de programación y construcción digital en quechua desarrollados por nosotros, se sienta la base para fomentar la generación de emprendedores andinos digitales, utilizando su lengua nativa. Esto contribuirá a mantener actualizado el quechua, el mismo que en su versión original ha disminuido del 30% al 13% a nivel nacional desde 1993. Las lenguas que no circulan en el ciberespacio vienen desapareciendo.

Se debe considerar que el quechua ha hibernado por casi 500 años y los diccionarios reeditados sucesivamente desde 1586 así lo evidencian, ya que, hasta la actualidad, incluyen pocos o ningún vocablo de ciencia, tecnología, economía, emprendimiento ni Estado.

Por ECO. José Linares Gallo

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