La robótica como medio de aprendizaje construccionista se inició en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en 1985, cuando el científico social Seymour Papert integró su lenguaje de programación educativo LOGO con un kit de construcción de Lego. Esta fue la primera experiencia global en el uso de tecnología digital para la educación, con el software LOGO traducido a casi todos los idiomas del mundo.
La primera experiencia de robótica construccionista (Piaget-Papert) en la educación peruana se llevó a cabo en 1994, en el sector privado, en el Colegio Alejandro Deustua, y en 1996 en el sector público a través de la licitación 05-96-ED. Este proyecto, basado en nuestro enfoque educativo Aprender Creando, incluía aprendizajes de matemática, comunicación y ciencias, a diferencia de la Escuela del Futuro de Boston, que se centró en lo tecnológico.
El MIT, con Papert y la Pontificia Universidad Católica del Perú, evaluaron positivamente los resultados del proyecto en 1998 y, en el 2000, el Discovery Channel difundió globalmente la experiencia a través de un reportaje en Lima y Ayacucho.
La primera competencia de robótica educativa en el mundo se realizó en Perú, el año 1997, gracias a un trabajo conjunto entre el Ministerio de Educación del Perú y Aprender Creando. Desde entonces, las competencias de robótica educativa han evolucionado significativamente, con eventos como la First Lego League (FLL de EEUU) y la World Robot Olympiad (WRO Asia-Pacífico).
Sin embargo, en los últimos años, estas competencias han priorizado la programación, mientras que la construcción ha quedado relegada a un segundo plano. Un número importante de los equipos compiten, lo hacen utilizando kits prefabricados que requieren mínimos procesos de ensamblaje, lo que contrasta con las primeras etapas de estas competencias, donde los participantes debían diseñar y construir sus robots desde cero; la construcción no solo fomenta habilidades técnicas, sino también el pensamiento crítico, la resolución de problemas y la creatividad, competencias esenciales para enfrentar los desafíos del siglo XXI. Esta transformación no solo viene limitando las oportunidades creativas de los estudiantes, sino que también introduce un vacío en el aprendizaje fundamental, especialmente en países con sistemas educativos menos desarrollados.
Esta tendencia refleja un cambio en la industria de la robótica educativa, donde la mayoría de las empresas han optado por reducir la complejidad de sus productos, enfocándose en kits semi-armados con un aproximado de 5 componentes, generando convenios con algunas competencias de robótica para priorizar sus productos. Esto contrasta marcadamente con los inicios, cuando Lego era la única empresa que ofrecía kits de cientos de piezas, que fomentaban la imaginación y la creatividad de los estudiantes, lo que mantiene hasta ahora, pero sin ingresar a la inteligencia artificial. Actualmente, otra de las pocas empresas que se mantiene fiel a la filosofía del construccionismo es ZMROBO, de China, que sigue desarrollando kits complejos que integran la construcción con cientos de piezas con la programación, con el plus de que utiliza inteligencia artificial.
Pese a estos desafíos, también han surgido nuevas competencias de robótica, especialmente en Asia, como la World Robot Contest (WRC), respaldada por la Federación Mundial de Organizaciones de Ingeniería (WFEO por sus siglas en inglés), que está abierta solo con la presentación de un paper sobre tecnología. La WRC, que inició hace solo una década, ha logrado involucrar a más de 150 mil estudiantes de más 20 países, que incluyen a México, en 30 categorías tecnológicas desde el 2015, lo que demuestra el creciente interés por la robótica educativa en el mundo. Plataformas como esta, representan una oportunidad para retomar los principios del construccionismo y expandir su impacto en la educación global.
Como gestor e impulsor de la robótica educativa desde 1994, he sido testigo de los cambios en este campo y de las oportunidades que estas competencias pueden ofrecer cuando se orientan correctamente. El premio Legado que me otorgó la WRO en 2023 no solo reconoce esta trayectoria, sino también refuerza mi compromiso con una educación que priorice el aprendizaje y el desarrollo humano por encima de los intereses comerciales y políticos. Es crucial que trabajemos juntos para recuperar el verdadero potencial de estas competencias y garantizar que sean una herramienta de transformación educativa para todos los estudiantes del mundo.
Como reflexión final, a pesar de que estas competencias de robótica congregan miles de estudiantes acompañados de padres de familia y docentes, lamentablemente los medios de comunicación le dan poco espacio de difusión. La robótica, hoy presente en la mayoría de los países del mundo, debería ser publicitada, por supuesto no tanto como el futbol, pero no ignorarla.