José Linares

Esta semana, el Ministerio de Educación (MINEDU) lanzó la Estrategia Nacional de Civismo y Educación en Valores, conocida como “101% Buen Ciudadano”.

La ministra, Miriam Ponce, a los 3 meses de gestión, nos convoca a abordar un desafío crucial: el déficit de valores cívicos, morales y éticos en nuestra sociedad. Sabemos que estos valores son fundamentales en la conducta diaria de todos: niños, jóvenes, profesores, padres de familia, empresarios, funcionarios públicos, entre otros.

Hoy ya no se canta el himno nacional en los colegios. Recordemos que, durante muchas décadas, al iniciar cada semana, los colegios públicos y privados se congregaban en el patio para cantar nuestro Himno Nacional durante el izamiento de la bandera. Esta práctica no solo simbolizaba el respeto a nuestros símbolos patrios, sino que permitía establecer normas de conducta y convivencia entre todos los estudiantes.

A partir de 2018, esta patriótica costumbre se suspendió, inicialmente debido a las recomendaciones de salud para disminuir la exposición al sol y, más recientemente, por las clases a distancia de dos años por la pandemia del Covid-19. En los años escolares 2022 y 2023, se ha continuado sin izar la bandera, generando un vacío en la formación de valores cívicos.

Es importante volver a demostrar respeto por los símbolos patrios en los colegios. La formación de valores como el orden es esencial: la diferencia entre países desarrollados y aquellos en vías de desarrollo a menudo radica en el orden de sus sociedades.

Además, urge restituir la educación cívica con práctica de valores, articulando a las familias con la escuela. Esto permitirá que nuestros niños desarrollen la capacidad de discernir entre lo bueno y lo malo, y valoren la democracia y el estado de derecho.

Uno de los mayores desafíos cívicos que enfrenta el Perú es la corrupción. Según estimados conservadores de la Contraloría, en 2022, el país perdió S/ 24,419 millones debido a este flagelo, representando el 13.4% del gasto total consolidado.

Esta pérdida económica estimada para el 2022 podría haber cubierto hasta dos veces la brecha de pobreza monetaria del mismo año. Esta situación es desoladora, considerando la anemia infantil, la falta de recursos en salud y educación, y las fuerzas del orden mal equipadas. La corrupción no solo tiene un impacto económico, sino que afecta los servicios esenciales que necesitamos para vivir con seguridad y respeto a nuestros derechos fundamentales.

Lamentablemente, vivimos en una sociedad permisiva ante la corrupción. Es común escuchar la peligrosa idea de que no importa que una autoridad robe, siempre y cuando realice obras. Este pensamiento nefasto contribuye a la mala utilización de los recursos públicos y a sobrecostos en obras que, en muchos casos, se ejecutan de manera inadecuada, poniendo en riesgo la integridad de la ciudadanía.

A nivel personal, también toleramos y convivimos con la corrupción. La compra de celulares robados, el soborno a autoridades para agilizar trámites y el intento de sobornar a la policía por faltas de tránsito se han normalizado en nuestra sociedad.

Esta tolerancia con la corrupción nos perjudica a todos y está directamente relacionada con la falta de valores cívicos y personales, fundamentales para el desarrollo de cualquier sociedad.

Es por esto por lo que la Estrategia Nacional de Civismo y Educación en Valores del Ministerio de Educación es una respuesta importante al problema. Luego de su ceremonia de presentación, el público asistente de especialistas, ya fuera del recinto, intercambiaba ideas: ¿Qué tal llevar la bandera nacional al aula? Desarrollando la idea me permito complementarla planteando que cada salón, con recursos de profesores, padres y estudiantes, podría comprar su propia bandera, lo que permitiría trasladar la costumbre cívica al aula a lo largo de la semana escolar.
Al finalizar el año escolar, la bandera del aula podría ser entregada al estudiante con mayores méritos en la práctica de valores cívicos. ¡Un reconocimiento simbólico que fortalece el sentido de pertenencia y civismo en la escuela!

La participación de todos en la compra de las banderas sería un primer paso para fortalecer el civismo practicando valores. ¡Involucrar a cada estudiante con su símbolo patrio principal!

Durante la ceremonia de presentación de la Estrategia del MINEDU, todos los presentes, tanto funcionarios como el público en general, extendimos nuestro pulgar en señal de que nos sumábamos a esta iniciativa, y ahora me permito invitar a todos, quienes también desean un Perú mejor, a que también se sumen, para fomentar la educación en valores cívicos y personales, especialmente en los niños. Ellos son los agentes de cambio capaces, con su ejemplo, de mejorar nuestra sociedad.

Por ECO. José Linares Gallo

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