Por Eco. José Linares Gallo
Ha pasado casi desapercibido que Lima, desde hoy, aloja a ministros, viceministros y altos delegados de 40 países de la Región de América Latina y el Caribe. Todos ellos pasarán revista a los logros regionales del período 2000 – 2015 e irán perfilando un nuevo compromiso por la educación para el período 2015-2030. La reunión tiene como propósito preparar el Foro Mundial de “Educación para Todos” que tendrá lugar en Corea del Sur del 19 al 22 de mayo del 2015. El momento, por lo tanto, no puede ser más oportuno para echar una rápida mirada al cumplimiento de los compromisos adoptados por el Perú en marco de los «Objetivos del Milenio».
En la Cumbre del Milenio de las Naciones Unidas llevada a cabo en el año 2000, 183 estados miembros de la ONU (incluido el Perú), suscribieron la Declaración del Milenio con 8 Objetivos de Desarrollo que deberían cumplirse hacia el año 2015. Entre ellos, estaba el referido a la educación, que establecía como meta que los niños y niñas de todo el mundo terminaran un ciclo completo de enseñanza primaria. En nuestro país, el informe de cumplimiento del compromiso por la educación al 2008 mostró un notable crecimiento en 4 puntos porcentuales, llegando a registrarse que la tasa neta de matrícula de niños y niñas entre los 6 y los 11 años de edad fue de 94,2%. Cinco años después, en 2013, confirmó la tendencia positiva registrándose esta vez una tasa de 96.2 %.
No obstante, pese al esfuerzo asumido por los gobiernos de turno, es evidente la desaceleración en la tasa de progreso. El objetivo de cerrar la brecha de casi 4 puntos porcentuales faltantes en un período de dos años (2013-2015) parece bastante difícil de conseguir. En efecto, un escenario así era completamente previsible. Los diseñadores de política social (y sobre todo los implementadores de ellas) saben que la universalización de una meta social ofrece siempre mayor resistencia en los tramos finales. Es decir, en procesos como éste, que siempre se espera que mientras más cerca uno se encuentre de la cima, esta ofrezca cada vez más resistencia a ser escalada. No es pasar de una cobertura de 90 a 92% que transitar de 98 a 100%, aun cuando en ambos casos los puntos porcentuales remontados sean similares.
En buen romance, si el presupuesto y los recursos humanos asignados se mantienen constantes siempre, se esperarán tasas de progreso o de logro sucesivamente decrecientes. Y este fenómeno se muestra mucho más acentuado en países que, como el Perú, tienen una gran dispersión poblacional y una geografía sumamente accidentada. Se entiende así que entre los departamentos más alejados del objetivo estén Loreto (91.4%), Ucayali (94.3%), San Martín (95.1%) y Pasco (95.9%). Pero no se entiende, en cambio, que Lima con solo una cobertura de 96.1%, esté tan alejado del objetivo del Milenio como lo están Cajamarca (96.1%) o Ancash (96.2%). Lima después de todo (así se piensa) es privilegiada por el centralismo pero además por el hecho que su geografía no es accidentada, en su mayor parte.
El asunto en Lima se torna mucho más grave que en las demás regiones si se considera que el 3.9% que falta cubrir es mucho mayor en términos de cifras absolutas que el del resto de regiones juntas, dada la enorme población escolar que concentra la capital peruana. De manera que gran parte de los puntos porcentuales faltantes para que el Perú cumpla con llegar a los Objetivos del Milenio se deben a la paradójica situación limeña. Aunque la explicación de este fenómeno aún no ha sido determinada oficialmente, es posible entrever que varios factores sociales combinados sean los causantes de esta paradoja. La alta migración hacia Lima podría ser uno de ellos, ya que las familias que lo hacen tardan un tiempo considerable en adaptarse y los más afectados en estos casos son siempre los niños. La alta tasa de niños trabajadores también encaja como otra explicación plausible.
La situación así planteada parece entonces recomendar un nuevo enfoque donde el compromiso por la educación tenga un enfoque multisectorial y por lo tanto que la tarea del MED sea compartida al menos por el Ministerio de la Mujer y de la Familia, el Ministerio de Promoción Social, y el Ministerio de Salud de manera que se establezcan los incentivos necesarios como para que los objetivos del milenio sean cumplidos.