José Linares

educacion

Se ha dicho—con mucha razón que referenciar el gasto de educación en términos del PBI no es muy apropiado para comparaciones a nivel planetario, dada la alta disparidad a niveles absolutos entre el PBI de un país y otro.

Estados Unidos por ejemplo invierte aproximadamente el 5% de su PBI en educación mientras que Bolivia desde ya hace algún tiempo lo hace en dos puntos porcentuales más. El 2014 nuestro vecino país limítrofe sobrepasó ligeramente el 7% de su PBI mientras que el 2010 había llegado a una cifra record de 7.6% del PBI.

Las distancias entre uno y otro país toman otro cariz en cambio cuando se lleva el cotejo al nivel de gasto por cada alumno. Así resulta que si nos concentramos en el gasto que se efectuó el año 2012 por alumno en cada uno de los países observamos que mientras que Estados Unidos invirtió 10 mil 237 dólares por cada alumno de Primaria, Bolivia llegó tan solo a una cifra de 480 dólares.

Es decir Bolivia aun haciendo el considerable esfuerzo de dedicar el 7% del PBI solo invierte el 4.68% de lo que invierte Estados Unidos por cada uno de sus alumnos de educación Primaria. Ese mismo año el Perú con un nivel de inversión de poco más de 3% de su PBI llegó a gastar 592 dólares por alumno representando ello tan solo 5.78% de lo que invirtió Estados Unidos.

Dado que Estados Unidos no va muy bien en las Pruebas Pisa algunos pensarían que aun este nivel extraordinario de gasto en Primaria sería insuficiente; sin embargo esto no es así ya que ese mismo año Finlandia con un gasto por alumno de 9 mil 782 dólares pudo obtener una calificación de muy bueno. Estados Unidos ese año solo obtuvo calificación de bueno.

La pregunta entonces cae de madura ¿Cuánto es suficiente?

A juzgar por la comparativa realizada en el estudio de Mourshed et al. (2012) “los sistemas con gasto similar en educación presentan niveles de desempeño muy variables”. Esto sin embargo comienza a estabilizarse  a partir de un gasto de 6 mil dólares por alumno. Pero llegar a esta cifra no es una suerte de vacuna —ni mucho menos—que preserve al sistema educativo de mediocridad o pobreza de calidad.

Es cierto que a partir de dicho monto la dispersión de calidad es menor pero subsisten sistemas educativos deficientes que no reflejan, para nada, la magnitud invertida. Italia por ejemplo con un nivel que osciló con un gasto de 7 a 8 mil dólares por alumno de Primaria antes y después de la prueba PISA solo obtuvo una calificación de regular.

La calidad del gasto por lo tanto es la variable clave. Y lo es mucho más aun para países que como el nuestro buscan apresuradamente cerrar todas sus brechas. El Perú como se sabe ha duplicado de un año a otro su presupuesto educativo pero es muy difícil saber a ciencia cierta cuan bien o mal lo venimos haciendo.

Aspiraríamos por supuesto a convertirnos en países juiciosos con sus gastos tal como Finlandia y aún más como Singapur que con menos cifras invertidas por alumno en Primaria han logrado superar a Finlandia. Según el estudio antes citado  y las cifras proporcionadas por el Sistema de Indicadores de UNESCO se sabe que Singapur invirtió los años previos a la prueba PISA algo menos de 6 mil dólares por alumno. Es decir con un esfuerzo presupuestario equivalente solo a los dos tercios gastados por Finlandia se puso por encima de éste país que como se sabe tuvo la hegemonía de la educación durante una década.

En Singapur la clave del éxito parece ser la decidida apuesta que ha hecho por enfatizar la tecnología en la educación pero además que la educación no es una suerte de compartimento estanco donde solo tienen licencia de trabajar para el sector aquellos profesionales que egresan de Facultades de Educación. Son sobretodos bienvenidos los físicos, matemáticos e ingenieros que el sistema terciario proporciona.

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