Por Eco. José Linares Gallo
El Presidente Humala, en su último mensaje ante el Congreso, anunció que su gobierno se había planteado “devolverle al joven una secundaria de jornada completa”, empezando el año próximo con los primeros mil colegios. La decisión apunta a que en el año 2,021 todos los peruanos cuenten con este derecho a plenitud. Sin embargo, deberá afrontar grandes retos y no pocos riesgos. En Chile, por ejemplo, el retorno de la jornada escolar completa no ha tenido mayor incidencia en los resultados obtenidos por dicho país en las pruebas de rendimiento escolar PISA.

El gobierno por lo tanto deberá estar muy atento a que esta jornada ampliada en el nivel de Secundaria no termine deslegitimando aún más este alicaído nivel de la Educación Básica Regular cuya matrícula, como se sabe, no sobrepasa al 50% de la que se registra en Primaria. El recorte de la jornada escolar secundaria no fue, por supuesto, el único factor que afectó su calidad. Paralelamente dejó de ser útil para la enorme mayoría de peruanos que nunca buscaron en ella puentes a la universidad, sino una utilidad social concreta y tangible, tal como por ejemplo lo es leer y contar en Primaria.

Cinco años, en el pensamiento de los atribulados padres de familia, son demasiados para aprender algo de algebra o algo de biología o ciencias sociales. Es probable que sus hijos no lo apliquen en algún tramo de su vida, tal como ellos mismos lo han podido comprobar. Pero generar actividades “extracurriculares” para ampliar esta jornada, tal como también ha sido anunciado, no sería ni de lejos la mejor apuesta si es que acaso la expresión “extra curricular” está anclada a su acepción original o demasiado asociada al arte o al deporte.

Tampoco sería pertinente, por supuesto, volver al pasado de las asignaturas donde los contenidos eran preferidos en lugar de los espacios de reflexión. O donde había una política clara de “puertas abiertas” al conocimiento teórico y aversión por el conocimiento práctico. O donde eran casi “sujeto a culto” los ensayos demostrativos de leyes físicas y se soslayaban en cambio aquellos de corte experimental.

Es por lo tanto encomiable que el gobierno haya asumido éste y otros grandes retos, tomando así “al toro por las astas”. Se sugiere, sin embargo, bastante prudencia y una amplia permeabilidad que estimule una gran dinámica de consejos por parte de quienes, desde su propia experiencia, pueden ayudar a enriquecer nuestra educación secundaria, haciéndola más útil y atractiva en términos individuales y sociales.