
Por Eco. José Linares Gallo
La revolución tecnológica digital ha configurado tres grupos generacionales con hábitos propios y perfiles relevantes para el mercado y la educación. En un primer grupo estarían aquellos individuos a los cuales el “boom de la tecnología” les llegó en su madurez. En un segundo grupo estarían quienes eran niños o adolescentes cuando ocurrió este boom. Y finalmente, en un tercer grupo estarían quienes nacieron con este boom o después de éste.
Los dos primeros grupos —conocidos como “inmigrantes digitales” se desplazarían en el mundo virtual con las incomodidades, los temores y las reticencias que podría tener, por ejemplo, un turista extranjero. De allí su denominación. Por el contrario, los “nativos digitales” se conducirían con toda comodidad por el mundo virtual como correspondería a todo oriundo.
Del primer grupo de “inmigrantes digitales, los más añosos, destacan por su alta selectividad de uso de las herramientas digitales. Ellos conocen el uso del correo electrónico, los aplicativos más necesarios y los elementos suficientes para no sentirse perdidos en este nuevo mundo virtual. En consecuencia tienen una baja tasa de uso de la tecnología.
En un segundo grupo estarían quienes eran niños o adolescentes cuando ocurrió este “boom tecnológico”. Y como corresponde a esta circunstancia, su rasgo principal es que muestran gran adaptabilidad al mundo digital, aunque suele ocurrir que la tecnología los sobrepase. En consecuencia tienen una tasa de uso mediano de la tecnología.
A diferencia de los dos primeros, los “nativos digitales” se manejan con toda naturalidad en los nuevos entornos tecnológicos, adoptando cada innovación incluso críticamente. Son en consecuencia demandantes permanentes de cambios con una enorme capacidad de aprendizajes autónomos.
Pero haber nacido con el “boom tecnológico” no es suficiente. No en países que mantienen una brecha digital interna, tal como el Perú y cuya situación trae como consecuencia diferentes visiones del mundo, diferentes formas de pensar, diferentes formas de aprendizaje según el mayor o menor acceso a este mundo virtual.
Un niño sin acceso a PC e internet, frente a una tarea escolar actúa de manera tradicional: consulta su texto, sus apuntes, a su hermano mayor, a su padre o al profesor vecino. En cambio el niño con acceso a estos medios tecnológicos recurre inmediatamente a Internet. Allí “googlea”, lanza un SOS en las redes sociales, revisa YOU TUBE, ingresa a una Aula Virtual, descarga resúmenes, hace un tour por laboratorios virtuales o descarga aplicaciones gratuitas de enseñanza.
Como consecuencia el primer alumno mantendrá una alta dependencia centralizada en su entorno inmediato, mientras que el segundo se sentirá cada vez más perteneciente a una comunidad global. El primero podrá conformarse con lo dicho por el docente y se sentirá subordinado al mundo, mientras que el segundo se mostrará más perteneciente al mundo y actuará en el con mayor libertad y autonomía.