Las señales de una recesión mundial se fueron evidenciando con una creciente tasa de inflación, el incremento de las tasas de interés y la caída de las bolsas del mundo.
Las principales economías vienen revisando sus estimados de crecimiento para el 2022. China está bajando de 5.8% a 3.8% (política de covid cero, reducción del mercado inmobiliario y menores exportaciones); EE.UU. de 3.2% a 2.3%, y la zona Euro de 3.7% a 2.7%.
En julio el FMI revisó, por tercera vez, su previsión de crecimiento económico mundial para el 2022 de 3.6% a 3.2%; y advirtió que el resto de 2022 será un período muy difícil para la economía, pero que el 2023 será aún más difícil, con creciente riesgo de recesión.
Esto implica que el crecimiento económico se frenará en EE.UU., China y Europa; y representará la mitad del crecimiento de 2021, el cual, para el 2023 sería 2,9%. Si la situación se mantiene como ahora, China tendría su crecimiento más bajo en 40 años, pero el riesgo de recesión aumenta si el escenario económico se deteriora por la continuidad de la guerra en Ucrania y el suministro de gas a Europa interrumpido.
El crecimiento económico robusto de Brasil, Colombia y Chile, hará que América Latina crezca 3.0% este año, pero 2.0% el 2023.
El FMI advierte que es prioritario frenar la inflación, que llegará a 6.6% en economías avanzadas y a 9,5% en mercados emergentes.
La economía de EE.UU. se encuentra en medio de una desaceleración, que resulta peor de lo previsto; se contrajo por segundo trimestre consecutivo, configurando lo que se denomina recesión técnica y, está en cuestión, la efectividad de las políticas para estimular una recuperación posterior a la pandemia.
Los índices inflacionarios en Europa han dado lugar al anuncio del incremento de las tasas de interés por parte del Banco Central Europeo (BCE), lo que debilitará el crecimiento económico de esa región. Provocando que el euro caiga con fuerza, e incluso pierda paridad con el dólar.
El dólar está cerca de niveles máximos en 20 años y se espera que se mantenga fuerte durante los próximos meses, lo que hace que los metales tasados en dólares sean más costosos para los compradores no estadounidenses.
La economía peruana, al término del primer semestre de 2022, muestra una desigual y débil recuperación económica; y una creciente inflación que ha recortado la capacidad adquisitiva de la población. Se prevé que se desacelerará en el segundo semestre de 2022, y tendría un menor crecimiento económico en el 2023, por la subida del tipo de cambio (ahora en 3.90), el precio del cobre (a la baja), y los precios de las importaciones (al alza).
Las medidas de política monetaria para contrarrestar el alza de precios (8.81% a junio), han sido la subida progresiva de las tasas de interés de referencia, llegando a 6.0% en julio de 2022, lo que puede frenar la débil recuperación económica e inducir a un menor crecimiento económico en el segundo semestre, por el encarecimiento del crédito, reducción del consumo y de la inversión.
Aunque el BCRP estima que la inflación de este año llegue a 6.5% y retorne a su rango meta (por debajo de 3%) en el segundo semestre de 2023, y estima el crecimiento del PBI en 3.1% para el 2022, los precios no se detendrán en lo que resta de este año. Si bien el petróleo está alrededor de los 100 dólares el barril, y se han reducido los precios de los fertilizantes, el trigo y el maíz continúan en sus picos históricos.
Este contexto de menos ingresos fiscales requiere, de inmediato, una política activa de sustitución de recursos por los existentes en el país. Por ejemplo, el trigo debe ser sustituido por los cereales andinos, el maíz por la harina de pescado, priorizando el consumo de la carne de porcino, los hidrocarburos por el gas natural, el pollo por el pescado y la urea por los sulfatos de Bayovar. De esta manera las divisas podrían ser invertidas en educación y tecnología para mejorar la productividad y disminuir la pobreza y pobreza extrema.
Por ECO. José Linares Gallo