El Fondo Monetario Internacional (FMI) redujo su proyección de crecimiento global para 2025 a 2,8%, frente al 3,3% estimado en enero. La prolongada guerra comercial entre Estados Unidos y China continúa generando efectos adversos sobre las principales economías: EE.UU. crecería apenas 1,8%, la zona euro 0,8% y China 4,0%.
En América Latina, la CEPAL también recortó sus previsiones: anticipa un crecimiento regional de solo 2,0%. Los aranceles impulsados por EE.UU. y la creciente incertidumbre financiera están afectando las exportaciones, generando un entorno externo complejo para la región.
Perú no es ajeno a este escenario. El FMI recortó su estimación de crecimiento de 3,3% a 2,8%. El Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) ajustó su previsión de 4% a 3,5%. El Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) la mantiene en 3,2%, mientras que BBVA Research y el Instituto Peruano de Economía (IPE) proyectan 3,1% y 3%, respectivamente. El Banco Mundial es más cauto y prevé un crecimiento de 2,9%.
La inflación se mantiene bajo control, cerca del 2% y dentro del rango meta del BCRP, que mantuvo su tasa de referencia en 4,75% en abril. No se esperan recortes importantes mientras la Reserva Federal de EE.UU. mantenga su política actual, aunque algunos analistas anticipan ajustes graduales hacia finales de año.
El sol peruano ha mostrado una notable fortaleza. Al 30 de abril, el tipo de cambio cerró en S/3,66, tras diez días consecutivos de depreciación del dólar. Esta estabilidad se explica tanto por factores coyunturales como por elementos estructurales, como los altos precios de exportación. Se espera que el tipo de cambio se mantenga entre S/3,65 y S/3,75 durante el año.
Sin embargo, el dólar atraviesa una etapa de fragilidad. Las políticas comerciales de EE.UU. generan desconfianza global, y varios países —incluyendo naciones de África, Medio Oriente e incluso Alemania— han comenzado a repatriar sus reservas de oro depositadas en bancos estadounidenses. Paralelamente, los BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica y aliados) están fortaleciendo sus reservas en oro como respaldo ante una eventual caída del dólar.
En este contexto, cobra aún más relevancia la posición de Perú como octavo productor mundial de oro. Sin embargo, apenas el 3% de nuestras reservas internacionales se encuentran en este metal. Frente a un escenario internacional incierto, considero que este es el momento oportuno para aumentar la participación del oro en nuestras reservas. Esto permitiría dar un uso estratégico a la producción legal de oro nacional, respaldando nuestra moneda y reduciendo la dependencia al dólar estadounidense.
En el frente comercial, la reciente imposición de un arancel del 10% por parte de EE.UU. a productos peruanos ha generado un nuevo escenario para nuestras exportaciones. Frente a la posibilidad de que Estados Unidos consuma menos productos peruanos, estos podrían ir rápidamente a la India y a China, donde tienen una gran acogida.
A pesar de estas amenazas, los indicadores de confianza empresarial siguen en terreno positivo. En marzo, las expectativas de inversión a tres meses alcanzaron 60,9 puntos, el nivel más alto desde 2013, mientras que las expectativas de contratación llegaron a 56,3, el mayor registro desde 2014.
El panorama fiscal también da señales de recuperación. El déficit cerró 2024 en 3,5% del PBI, pero se espera que disminuya a entre 2,4% y 2,6% en 2025, impulsado por mayores ingresos. Según el Banco Mundial, el déficit podría reducirse a 2,5% este año y a 1,8% en 2026, mientras la deuda pública se mantendría estable alrededor del 36% del PBI hacia 2030.
En materia de inversión, Perú cuenta con un portafolio de más de US$ 70 mil millones en proyectos bajo la modalidad de Asociación Público Privada y Proyectos en Activos, en sectores como salud, irrigación, energía, transporte y telecomunicaciones. El país podría captar entre US$ 20 mil y 30 mil millones en inversión internacional durante este año. No obstante, la cercanía de las elecciones generales de 2026 podría generar una desaceleración hacia fines de 2025.
En el plano social, la pobreza alcanzó el 31,3% en 2024, aún por encima del nivel prepandemia (28,8%). Se estima que bajará a 30,5% en 2025 y a 29,9% en 2026. Sin embargo, con un crecimiento del PBI del 3%, la reducción sería marginal, según el IPE.
El Banco Mundial advierte que Perú podría convertirse en una economía de ingresos altos en 20 años si implementa diversas reformas estructurales, pero podría tardar 64 años bajo el ritmo actual. Es indispensable mejorar la productividad, fortalecer la institucionalidad y eliminar barreras que frenan el crecimiento de las pequeñas y medianas empresas.