La aprobación congresal del proyecto de ley que faculta a Petroperú ocuparse de la producción del Lote 192 se dio bajo circunstancias particulares.
Se dijo, en ese momento, que el Parlamento Nacional no debe legislar bajo presión social ni actuar en tiempo récord sin analizar el costo-beneficio de cada ley que propone.
La discusión técnica vuelve así a ser encarpetada y al no terminar convencidos –todos o la mayoría de los peruanos– de la bondad de la medida es muy probable que en el corto o mediano plazo prosperen acciones de inconstitucionalidad o que el próximo gobierno simplemente dé marcha atrás en la decisión adoptada por el Poder Legislativo.
Por lo pronto, el presidente del Congreso, Luis Iberico, ha dicho que la “ley autoriza que Petroperú explote el Lote 192, [pero que] no lo obliga”. Todo parecería indicar que la ley en cuestión podría ser muy favorable para el país.
Para empezar, es bueno recordar que aproximadamente el 95% de las reservas petroleras en el mundo se encuentran en manos del Estado. De manera que la ley no haría del Perú un país más o menos estatista.
Descartado el viejo ‘Estado controlista’, tenemos todo el derecho de preguntarnos dónde estuvieron todos estos sentimientos nacionalistas con los que ahora lucen nuestros parlamentarios, si antes nada hicieron para ocuparse de investigar cuáles eran las verdaderas razones por las que cada vez que subían o bajaban los precios internacionales de la gasolina el Perú se sintonizaba en armonía con ellos.
Se ha argumentado –en los medios de comunicación–que el Lote 192 no sería un buen negocio, ya que solo produciría petróleo pesado.
No obstante, se olvidan que la actualización tecnológica de la Refinería de Talara permitirá justamente refinar petróleo pesado y obtener un rendimiento similar al del petróleo ligero.
De hecho, con la Refinería de Talara, Petroperú va a tener incentivos para importar cada vez más petróleo pesado, ya que es bastante más barato en el mercado internacional.
Para quienes tienen ahora el poder de decidir o de influir en las decisiones sobre lo que pasará con Petroperú, es importante algunas reflexiones finales.
Por ejemplo, ¿no es acaso la estigmatización de la actividad empresarial del Estado la que ha permitido que una refinadora extranjera en el Perú se maneje a la libre y haya producido irreversibles daños ecológicos? ¿Se han valorizado adecuadamente dichos daños? ¿Qué estamos haciendo por resarcirnos de dichos daños?
Por lo pronto, una noticia venida de Nueva Jersey hace algún tiempo nos informó que esa misma compañía, en alianza empresarial con otra, “no se habían salido con la suya” y tuvieron que pagarle al Estado aproximadamente 130 millones de dólares por la contaminación con dioxinas del río Passaic.