José Linares

El Perú ha sido un ejemplo de crecimiento económico sostenido en América Latina. Sin embargo, este crecimiento no ha venido acompañado de mejoras significativas en la productividad ni en el desarrollo del país. Esto ha perpetuado altos niveles de pobreza y pobreza extrema, evidenciados dramáticamente durante la pandemia de Covid-19.

La competitividad es un reflejo de la capacidad de un país para proporcionar bienestar a sus ciudadanos mediante el uso eficiente de sus recursos y habilidades. El Ranking de Competitividad Mundial, elaborado por Centrum PUCP y el IMD de Suiza, evalúa 67 países en base a cuatro pilares: desempeño económico, eficiencia del gobierno, eficiencia empresarial e infraestructura. Perú ha caído a su mínimo histórico en este ranking, ocupando el puesto 63 de 67 países en 2024. En eficiencia empresarial, Perú descendió al puesto 60, exponiendo problemas en productividad, gestión empresarial y condiciones del mercado laboral.

A pesar de periodos de impresionante crecimiento económico, como en 2008 cuando el PBI creció 9.1%, la crisis financiera global de 2009 redujo este crecimiento a 0.9%, demostrando la dependencia del país por los precios de los minerales. Hoy, se estima que Perú crecerá más del 3% en 2024, una cifra notablemente alta en comparación con otras economías globales como la Unión Europea (1%) y Estados Unidos (2%). Sin embargo, la baja productividad sigue siendo un problema significativo, manteniendo la pobreza y la pobreza extrema en niveles alarmantes.

Para romper este ciclo de crecimiento sin desarrollo, es fundamental abordar una serie de desafíos estructurales:

  1. Declarar en emergencia la educación: Todos los niveles educativos necesitan una reforma profunda. Un sistema educativo robusto es esencial para formar una fuerza laboral calificada y competitiva. El Nobel de Economía James J. Heckman ha subrayado la importancia de invertir en educación inicial para elevar la productividad. Los niños, desde los 3 años, pueden aprender a programar a través de la lectura de imágenes, y es hasta los 5 años cuando se desarrolla más el cerebro.
  2. Invertir en infraestructura básica: Transporte, energía y telecomunicaciones son esenciales para facilitar el desarrollo económico y mejorar la calidad de vida.
  3. Implementar políticas eficaces contra la inseguridad y el crimen organizado: Es necesario un organismo público eficiente y sin corrupción que garantice la seguridad de ciudadanos y empresas.
  4. Asegurar estabilidad política: La inestabilidad política, reflejada en los siete presidentes en los últimos ocho años, afecta directamente a las inversiones. Es imprescindible una mayor estabilidad para fomentar un entorno propicio para el desarrollo económico.

El Perú está en una encrucijada. Aunque ha demostrado capacidad para aumentar el PBI, esto no ha mejorado la productividad. Es esencial adoptar una estrategia integral que aborde los problemas estructurales de educación, infraestructura, seguridad y estabilidad política.

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