José Linares

El informe de UNICEF y UNESCO sobre la recuperación de la educación (marzo 2022) señala que, con el cierre de las escuelas por la covid-19, a nivel global, más de 1,600 millones de niños han visto perjudicada su educación por más de dos años. Y se prevé que, debido a esto, las pérdidas asciendan a US$ 10 billones en términos de ingresos futuros de los niños afectados.

El informe menciona que hay tres prioridades: 1) que todos los niños y jóvenes vuelvan a la escuela; 2) que todos reciban apoyo para recuperar el aprendizaje perdido; y 3) que los profesores estén preparados.

El aumento de la inflación disminuirá los montos reales del presupuesto educativo para el 2023 en la mayoría de los países (lo que no será el caso del Perú, pues para el 2023 se ha incrementando el presupuesto de educación básica en 8%).

Hace unos días, durante la 77°Asamblea General de la ONU, el ministro de Educación, Rosendo Serna, mencionó que para el Perú “la meta es digitalizar toda la bibliografía existente” (evidentemente previa actualización) “y expandir la señal de internet a escala nacional”, reduciendo “la brecha digital histórica, que afecta principalmente a las zonas rurales”, muchas de las cuales son quechuahablantes. Población que representa aproximadamente a 4.5 millones de peruanos, quienes ven limitadas sus capacidades productivas y su competitividad, pues su idioma no cuenta con palabras de tecnología, emprendimiento, economía, sociedad y Estado, que les permita transitar por la Era Digital y de la Automatización (2016).

Si consideramos que el quechua sigue siendo una lengua oral, será necesario usar nuevas tecnologías que, para programar, no requieran saber leer ni escribir, así como tampoco utilizar computadoras ni internet. La tecnología avanza permanentemente.

El ministro Serna anunció un censo sobre la infraestructura escolar; urgente en un país sísmico y con colegios que no han recibido mantenimiento por décadas. Consideremos que en México, recientemente, el sistema de alerta temprana de un minuto redujo a solo dos personas la mortalidad de un sismo de 7.7°; lamentablemente, el Perú no dispone de un sistema de alerta ni siquiera de 15 segundos, a pesar de que tiene años preparándose.
Por su parte, el presidente Pedro Castillo y el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, acordaron impulsar la digitalización educativa y proveer internet a todos los niños y estudiantes en el Perú. En este caso, debería ser en la modalidad online y offline.

La recuperación y la transformación de la educación deben basarse en las lecciones aprendidas durante la pandemia, entre ellas, evitar el tecnocentrismo en la educación (ONU), que implica situar la tecnología por encima de la pedagogía y la didáctica.

Se debe reemplazar al memorismo por la construcción del conocimiento, a través de la exploración, investigación, innovación y la solución de problemas, como lo planteó Seymour Papert del MIT, en la escuela del futuro de Boston. Experiencia que se replicó en el Perú, gracias al Minedu, a través de Aprender Creando Von Braun, entre los años 1996 a 1999, y que dispone de evaluaciones nacionales e internacionales (GRADE, PUCP, MIT) con el proyecto Infoescuela, descentralizándose a partir de una permanente capacitación docente, incluso llegando a desarrollarse en quechua en la Gran Unidad Escolar Mariscal Cáceres de Ayacucho (1996). En el 2000, por recomendación de Seymour Papert, Discovery Chanel filmó la experiencia y la difundió en varios idiomas alrededor del mundo.

Incluso Papert envió una carta al ministro de Educación de ese entonces expresando su interés en replicar el proyecto Infoescuela (13 de noviembre de 1998).

Para dejar de lado el memorismo y educar con base al construccionismo, se necesita utilizar kits personales de construcción, que permitan generar la relación mano-cerebro, en un ambiente empático y lúdico, en base a la creatividad y el sentido común.

Los logros de nuestra primera experiencia en 1996, del proyecto Infoescuela en quechua, donde los niños ingresaron con el lenguaje Logo al ciberespacio en su lengua nativa, los vimos replanteados este año, 26 años después, en Puno, por la Minera Bear Creek, que, a 5 mil metros de altura, en el distrito de Corani, junto con las comunidades, viene produciendo lana de alpaca a la cual se le ha incorporado nanopartículas de plata, lo que incrementa significativamente su valor. Esto es realizado por quechuahablantes, quienes utilizan su quechua y el inglés para transitar por la electrónica lúdica y amigable. Esta experiencia ha sido corroborada por el presidente del Consejo de Ministros recientemente.

Soy un convencido de que gran parte de los ingenieros que necesita el Perú están en los Andes.

Por ECO. José Linares Gallo

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